Inici 2020

La bodega Merum Priorati ofrece una gama de tres vinos tintos cuyas etiquetas son toda una declaración de objetivos: Inici ('inicio', en catalán), Destí ('destino') y El Cel ('el cielo'). Para ellos, como para tantos productores que buscan que sus vinos sean reflejo de su origen, algo que nos puede parecer evidente pero que no siempre es tan fácil de conseguir, la tierra es de suma importancia. Encontrándonos en el Priorat, la protagonista en este caso es la llicorella, esa pizarra pobre en nutrientes y de buen drenaje que obliga a la raíz a tener que alcanzar grandes profundidades en busca de agua y cuyo sacrificio se traduce en una bendita maduración lenta de la uva. Y es la llicorella la que dirige la orquesta en este vino, en el que el primer violín es la garnacha (60%), acompañada armónicamente por cariñena (15%), syrah (15%) y cabernet sauvignon (10%). Tomen este vino Inici como un primer movimiento para conocer la esencia del Priorat desde la perspectiva de otro vino singular, con personalidad propia aunque transparente de su lugar, y para disfrutar de un vino en el que, si bien algunos rasgos de la garnacha predominan, lo más importante es el gran equilibrio del conjunto. Inici es un priorat delicado —dentro de la potencia habitual de los vinos de esta denominación— y cítrico, refrescante en nariz, con una fruta crujiente y con nervio, carnosa, en boca. Es accesible en su juventud, con los taninos maduros y amables, pero no olviden abrirlo con tiempo o decantarlo para que se disipen unas primeras notas reductivas que aparecen al descorchar la botella pero que en seguida ceden paso a intensos aromas de frutos rojos silvestres, frambuesas, grosellas, notas de hierbas secas, de eucalipto y algún recuerdo a libros con hojas amarillentas —remarcable la complejidad para un vino de esta gama de precio. Esconde un fondo ligeramente polvoriento, de tierra árida, sin rusticidad no obstante, todo lo contrario, refinado, que remarca todavía más la mineralidad de los suelos y que se equilibra con la cremosidad y el dulzor de la fruta. Como avanzábamos al principio, la llicorella es la protagonista, quien controla la batuta, aunque la voz cantante la lleva, con respeto, la garnacha.